Los factores de riesgo son elementos cuya aparición o incidencia en nuestras vidas aumenta exponencialmente nuestras posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares. Los más conocidos son el tabaco, la hipertensión, el colesterol elevado, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo y el estrés. Algunos de ellos son modificables y dependen de nuestros hábitos de vida, pero hay otros, como la edad, la herencia genética o el género –los hombres tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares- que no se pueden cambiar.
La salud es un estado de bienestar físico, mental y social y no solamente una ausencia de enfermedad. Un corazón sano resulta imprescindible para la salud y la vida sana contribuye a que este concepto sea realidad. Esta vida sana se puede lograr manteniendo una dieta adecuada, evitando el sedentarismo y eliminando hábitos tóxicos como el abuso del alcohol o el tabaco. El estrés y la depresión son otros factores a los que se debe prestar atención ya que, ambos, combinados con factores de riesgo cardiovascular tradicionales, como pueden aumentar el riesgo de padecer accidentes cardiovasculares, especialmente coronarios.
A continuación, te enumeramos cuáles son los factores de riesgo modificables más importantes:
Obesidad:
La obesidad, el aumento anormal y desproporcionado de grasa en nuestro cuerpo, es uno de los mayores factores de riesgo cardiovasculares. Se trata de una enfermedad que es considerada por la OMS como una auténtica pandemia en este siglo XXI.
La obesidad constituye la sexta causa de muerte en el mundo, y en personas de 40 años que son obesas, ésta ocasiona una pérdida de 7 años potenciales de vida. Se estima que existen actualmente 1.000 millones de personas con sobrepeso en el mundo y 500 millones más con obesidad.
En el Estado, la prevalencia de la obesidad está yendo en aumento en la última década, situándose por encima del 15% de la población adulta y del 30% en los mayores de 65 años. Son muchas las enfermedades que se relacionan con la obesidad, entre ellas la diabetes mellitus y la hipercolesterolemia, por lo que el control de la primera actuaría de forma beneficiosa sobre las otras dos.
Colesterol:
La hipercolesterolemia es uno de mayores factores de riesgo cardiovascular y en la mayoría de las ocasiones es modificable con un control adecuado. La prevalencia de esta enfermedad en nuestra población es alta. Más de la mitad de las personas de 35 a 64 años de edad tienen unas cifras de colesterol en sangre superiores a 200 mg/dl1.
Los niveles de colesterol están influidos tanto por factores genéticos como alimentarios, en especial la ingestión de grasas saturadas y en menor medida de colesterol, por lo que se puede decir que la dieta juega un papel fundamental en su control. En concreto, la dieta denominada mediterránea es la que mejor equilibra las cifras de colesterol en sangre, gracias a que es rica en ácidos grasos insaturados y antioxidantes.
Tabaco:
El consumo de tabaco es una de las principales causas evitables de muerte. La epidemia mundial de tabaquismo mata a cerca de 6 millones de personas cada año, de las cuales más de 600.000 son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno.
El tabaco no sólo es la primera causa de cáncer de muerte por cáncer. También es el factor de riesgo cardiovascular más importante:
La posibilidad de una dolencia cardíaca es proporcional a la cantidad de cigarrillos diarios y a los años que llevemos fumando.
Fumar disminuye el aporte de oxígeno a los tejidos, lo que puede ocasionar infartos o embolias.
Fumar aumenta el colesterol en la sangre y con ésto, el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular.
Fumar daña y constriñe los vasos sanguíneos, lo que afecta a toda la circulación del cuerpo.
Sedentarismo:
El sedentarismo es una lacra muy extendida en nuestra sociedad. La ausencia total de ejercicio físico no sólo es un problema en sí misma sino que empeora problemas como el sobrepeso y la obesidad o el colesterol, lo que tiene una incidencia directa en nuestra salud cardiovascular.
El sedentarismo se combate con ejercicio. No se trata de empezar a correr maratones, basta con salir a pasear 30 minutos al día o cambiar pequeños hábitos como coger el coche para cualquier recado o dejar de utilizar el ascensor.
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